domingo, 14 de febrero de 2016

Leda Berlusconi: “No hay lugar en el mundo donde trabajar de periodista sin quedar enredado en un comercio de información imposible de desanudar”



Desde San Marcos Sierras, Córdoba, entrevista a Leda Berlusconi, comunicadora social con orientación en periodismo. Directora, coordinadora y productora de programas radiales. Analista social relacionada con diversidad de movimientos sociales.

-Fuiste productora de Quique Pesoa, tu pareja y compañero de vida pero vayamos a tus inicios. ¿Cómo comenzaste la carrera de comunicadora social?

-Estudié la carrera que era la de Licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social con Orientación en Periodismo en la Universidad Nacional de Rosario. Digo era porque eso después cambió. Yo soy plan 77 que fue el primero que se habilitó después de la dictadura. Entré justo a la facultad cuando comenzó la democracia. En ese momento eran cuatro años y trabajamos un plan que había quedado suspendido en la facultad cuando los militares cerraron la carrera. En Rosario la cerraron, existía de antemano. No es como en Buenos Aires que se creó nueva. En Rosario existía la carrera y el gobierno militar la cerró. Yo me gradué ahí de Comunicadora Social. De todo lo que había en el mapa laboral de la carrera lo que más me interesaba era la radio. Así que empecé a trabajar en una radio de Rosario, en LT3 tuve mi primer trabajo en el año 84. En ese programa éramos pasantes con otra compañera de la facultad y después se terminó y ya la radio no habilitó pasantes de la facultad. Costaba mucho trabajo trabajar en Rosario por lo tanto me dediqué a terminar la carrera y conocí a Quique en el último año. Fijate que nosotros vivíamos en la misma ciudad, en Rosario, Quique era una persona muy conocida, como decirte (Héctor) Larrea o Fernando Bravo en Buenos Aires pero nunca nos habíamos cruzado. Él no era docente en la facultad, se dedicaba más a la locución, había fundado una escuela de locución y nunca nos habíamos cruzado. Yo sí tenía un grupo de pertenencia en el que estaba su ex mujer, que era una Mesa del Cairo dedicada a las chicas de Comunicación. Pero lo conocí en Córdoba porque en un momento dado, en el último año de la carrera la facultad de Córdoba organizó un Congreso de Comunicación en conjunto con la carrera de Rosario, un Congreso de Comunicación y Educación. Y ahí me anoté para venir. Vinimos un grupo grande de Rosario, vinimos muchos compañeros de facultad. Era súper interesante porque íbamos a discutir no solo el rol del comunicador como periodistas sino como formador de opinión, como educador. Y después, no solo el docente como educador sino como comunicador. Creo que por primera vez se discutía eso en un mismo plano. Vinieron a ese Congreso muchísimas maestras de la provincia de Córdoba, de distintos lugares. Pero bueno, fue medio un fiasco porque cuando llegamos los organizadores no estaban, no estaban armadas las comisiones. Teníamos el hotel y todo pero no había debate para realizar. Entonces se organizó una especie de grupo de choque para negar la validez de ese Congreso o por lo menos solicitar que se rediscutiera porque en un momento ellos dijeron 'no importa, sacamos un comunicado con unas conclusiones que ya habíamos escrito antes y chau'. 'No, dijimos nosotros'. En ese grupo éramos como 150 personas y se eligieron a dos personas para que escribieran un documento y lo leyeran. Entonces un grupo de la facultad me eligió a mí para que escribiera el documento y otro grupo lo eligió a Quique para que leyera ese documento y fuera la figura; era el tipo más conocido, claro. Así que esa noche, los dos sabíamos el uno del otro, pero esa noche nos conocimos. Tuvimos que estar toda la noche definiendo y escribiendo; viste que hablar en plural es complicado y también hablar en nombre de gente que no habíamos visto nunca. Así que ahí nos conocimos, nos hicimos amigos, empezamos a frecuentarnos en los ámbitos de la comunicación y él ya se estaba yendo de Rosario, echado de todos lados y cuando llegó a Buenos Aires no tenía equipo de producción para un programa que iba a hacer en Radio Continental entonces nos habló a mi amiga Cecilia y a mí para que le hiciéramos la producción desde Rosario. Era complicado porque no existía internet, ni los celulares, ni las computadoras. Se escribía en las máquinas de escribir con tinta, se armaba la carpeta con toda la producción escrita y se despachaba por correo o por una empresa de transporte a Buenos Aires. Era muy complicado pero bueno, lo hicimos.

-¿Qué frecuencia tenía el programa?

-Ese programa era diario, se llamaba “Diferencias” y salía todos los días de lunes a viernes a la noche, a la madrugada de Radio Continental am. Él después hacía otro programa pero ahí tenía producción. Eso es lo primero que hice con Quique. Después yo me fui a vivir a Buenos Aires y trabajé con Fernando Bravo. Fui productora de Fernando Bravo por tres años, uno en Del Plata, dos en Rivadavia. Y también le hice un reemplazo a un compañero de Radio Rivadavia que era productor de Larrea, Horacio, que tuvo un problema de salud y entonces me quedé haciendo la producción de Larrea esos tres meses que no fue a trabajar.

-En el ejercicio de la comunicación, te desempeñaste en producción pero ¿te interesa también ejercer otras tareas?

-En un momento dado cuando se decidió abrir la carrera de la Licenciatura en Buenos Aires presentamos un proyecto a los nuevos directores que iba a tener, para dirigir el taller de radio con Quique, con Reinaldo Martínez de Radio Continental y con dos o tres compañeros de laburo. Hicimos un proyecto. Pero en ese mismo momento, sin saberlo, Eduardo Aliverti presentó otro proyecto para dirigir los talleres de radio y se lo dieron a él. Entonces después ya no me presenté en otra situación académica formal. A veces doy talleres de comunicación y algunas charlas y cuando alguna radio comunitaria nos pide '¿podés venir a enseñarnos dos tardes o tres tardes?', bueno voy y hago eso como colaboración, no cobro por esa tarea.

-¿Cuáles son las tareas que más te gusta desempeñar dentro del ámbito de la Comunicación?

-La verdad es que siempre me gustó la producción de radio. Trabajé en editorial Abril, en la revista Vivir, en varios lugares. Hice un poco de gráfica, televisión, trabajé en Canal 2, en el 7. La gráfica no me gustó, nunca me gustó, no me sentí cómoda, los diarios tienen un ritmo y gente que le encanta eso de la gran redacción y estar todo el día ahí adentro y escribir. Y la televisión es un show permanente, nunca di el perfil; no me gustó. La radio es lo que más me apasionó y dentro de la radio nunca hice aire, siempre me gustó la producción, al principio hice producción y después, en la medida en que pasaron los años me capacité entonces me dediqué a la coordinación, producción ejecutiva. Buscaba productores, armaba equipos y coordinaba y dirigía.

-¿Cómo fue que se vinieron para acá, para San Marcos Sierras?

-Bueno, en un momento dado, cada uno por su lado hizo un proceso diferente. Yo me enojé mucho con la profesión en el sentido exclusivo de lo profesional, no lo académico. No era un problema solo en Argentina. No había lugar en el mundo donde trabajar de periodista sin quedar enredado en un comercio de información que era imposible de desanudar. La coordinación de producción, lo que tiene de lindo es que vos ponés dos o tres productores a laburar en una investigación, en una producción cualquiera, supongamos nosotros hicimos las investigaciones más grandes que fueron las privatizaciones, con cuatro productores en la calle que iban desde la creación de Entel hasta la división entre Telefónica y Telecom y el comercio que fue. Era interesante porque en ese momento sentías que podías llegar a desanudar todo eso, a desandar ese proceso y después vos lo podías contar como vos querías, era tu elección cómo le contabas al público esa información a la que habías logrado llegar hasta el final. No había nada que te filtrara nada. Pero llegó un momento en que eso fue imposible. Las redes de negociación eran tan grandes que nunca llegabas al final. Nunca desanudabas, siempre te quedaban 40 nudos inalcanzables y el negocio se hacía imposible de desarticular. Y ya tu discurso, por más que lo hicieras lo más transparente que pudieras desde tu ética siempre quedaba comprometido con algo. A alguien no lo denunciabas porque no habías logrado llegar hasta ese punto y entonces si no llegabas a ese punto eras cómplice. Era muy delicada la trama que se había logrado tejer en los años 2000. Después nosotros viajamos a algunos congresos internacionales y nos dimos cuenta de que por lo menos en Latinoamérica pasaba en todos lados. Después en el 2013 cuando fui a Europa y di unas charlas en Salamanca, me encontré con que ahí pasaba exactamente lo mismo que acá. No es un problema que endilgamos a nosotros los argentinos. Esto es parte de la globalización que nos anunció en el 50 Silvio Frondizi. Esto es así, imparable. Entonces está en vos querer pertenecer a ese riesgo o buscar otro camino. Yo sentí que no me daba más el cuerpo para pertenecer ahí. No podía firmar nada, no podía firmar una nota. No me quería hacer cargo de producciones complicadas. ¿Qué te queda? ¿El espectáculo, el deporte? El deporte es un negocio espantoso, es casi peor que la política. No te queda casi nada. En un momento nos embudamos en los movimientos sociales, en las asambleas, nos quedamos ahí, encontramos un lindo espacio de divulgación, pero era como la revistita de uno mismo de divulgación científica. En un momento solo hablabas de un microclima que no contemplaba la realidad social entonces hacés silencio con aquello y solo contás esta experiencia maravillosa de Zanón, pero es un hecho aislado que al fin de cuentas es como venderle estrellitas de colores a un oyente. Entonces en un momento decidí salir del periodismo. Justo en ese momento en que yo tomaba esa decisión absolutamente personal que no comparto con Quique porque él nunca se salió de la profesión, él tenía necesidad de salir de la ciudad, mucha necesidad de cambiar el estilo de vida. Y bueno, teníamos esta casita acá desde el año 85 en que la veníamos construyendo, techando una parte, techando otra parte, techando esto, poniéndole un jardincito, una habitación más porque había nacido otra niña, después otra habitación porque nació otra más y dijimos ‘bueno, por ahí nos podemos ir a vivir ahí’.

-De hecho ustedes compraron el terreno pelado.

-Nosotros compramos una parcela muy pequeñita que es esta que está rodeada de cañas acá, que no tenía nada porque, de hecho, lo último del pueblo por llamarle así no era la plaza, el pueblo terminaba antes. Antiguamente se desarrollaba hacia el lugar donde llega el micro. Entonces estar acá era, ‘bueno, vamos al pueblo a hacer las compras’. Después el pueblo creció hacia acá y esto que era todo un descampado se empezó a poblar. Cuando nosotros compramos este lotecito pequeño no teníamos vecinos, salvo esta casa antigua de acá, de la esquina. Entonces hicimos una casita muy pequeñita donde ahora vive mi mamá y es un bungalow y después, como somos muchos hicimos un comedor, luego un baño que quedó como afuera medio raro, después hicimos una habitación para acá y después las otras dos. Eso se fue haciendo con los sueldos. ‘Me guardo mi sueldo, vivamos con el tuyo y este va para ladrillos de San Marcos’. Se fue haciendo lentamente. Compramos este lote chiquito en el 84, 85, después, cuando nosotros tomamos la decisión de mudarnos pusimos en venta nuestro departamento en Buenos Aires, lo vendimos y nos vinimos con esa plata para acá y compramos el lote este donde están los coches y la pileta, los dos lotes del fondo donde está la hostería y un lotecito que es el callejón de entrada. Compramos todos esos lotes y los unificamos con un agrimensor y ahí empezamos a planear un hospedaje. Y tuvimos un tiempo de un proceso, primero pensamos en que el hospedaje tuviera salida hacia esta calle (señala San Martín), después nos dimos cuenta de que esa calle era muy ruidosa. Nosotros dormimos acá y nos damos cuenta de lo que es, no era el plan de descanso que nos imaginábamos para el pasajero. Pensamos que era mejor estar en el corazón de la manzana. Mi papá era arquitecto, lo había acompañado mucho en su estudio, había sido empleada de él pintando planos mucho tiempo mientras estudié en la facultad y Quique hizo cuatro años de arquitectura entonces pelamos los tableros y nos pusimos a diseñar la hostería y a construirla con ese dinero que trajimos de la venta de ese departamento en Corrientes y Callao, donde vivíamos.

-El estilo ‘Isla Negra’de Pablo Neruda que tiene la hostería en relación a los objetos antiguos que atesora, ¿fue algo que se les ocurrió a los dos o producto de una colección propia?

-Quique es un juntador de porquerías eterno (risas). Cuando armamos esta casa, como no teníamos un mango trajimos muchas cosas viejas: muebles, sillas, lámparas y cosas de un sitio donde Quique se crió, una estancia que en realidad ya no era estancia sino un terrenito que había quedado, una parcela, mejor dicho, que le había quedado a su papá, que se llamaba La Merced y era donde había nacido su papá. La había fundado su abuelo que se la había comprado a Urquiza.

-¿La estancia estaba en cercanías a Rosario?

-Eso estaba entre Sanford y Casilda en la provincia de Santa Fe. Ese abuelo de Quique había sido un político de la zona, que está por ahí el busto. Entonces teníamos muchas cosas así y dijimos bueno, aprovechemos y hagamos algo así medio colonial con el estilo de Córdoba de siempre, con la arcada y pongámosle esto antiguo. Pero nosotros hicimos un programa de televisión en un momento, “Cien años”, que relataba la historia del siglo. Lo hacía en varios bloques y para ir a esa historia, nosotros llevábamos los objetos que se usaban en esa época. Por ejemplo, cuando hablábamos de 1943, conseguíamos las lapiceras que se recargaban o, cuando hablábamos de 1920, las cámaras de fotos de que usaban en el 20, cómo se tomaba la fotografía y aprovechábamos el recurso del objeto, incluso de la vida cotidiana, nada extravagante, una cámara de fotos que podía tener un porteño de una clase media, o media alta, cuando salía de vacaciones con su familia, pero que era posible para alguien. Y la búsqueda de esos objetos la hicimos también con los televidentes. Pedíamos en el programa a la gente que tuviera objetos de la usanza de la vida cotidiana de sus abuelos o sus padres, que comprendieran la historia de 1900 al 2000 que nos lo prestaran. Entonces teníamos una productora a disposición para ir a buscar esos objetos a las casas. Pero en general la gente te decía, ‘yo te lo regalo, lo tengo tirado en el patio’, ‘lo tengo tirado en el galpón’, ‘odio este aparato que lo tengo hace un montón y nadie sabe qué hacer’ o ‘nadie lo quiere’. Entonces muchísimos de los objetos que están ahora en La Merced también son regalos de oyentes y televidentes como esa cardadora. Quique no solamente fue a buscar esos objetos en persona sino que las desarmó, las reparó y las rearmó para que estén en funcionamiento con su funcionalidad real. Si era una lámpara a kerosene, que no tenga una lamparita adentro sino que tenga el kerosene, la mecha original, todo el proceso.



-También, Leda, fuiste la transcriptora del libro “¿Estás ahí? Conversaciones sobre las palabras que importan” (2013) de Quique Pesoa en coautoría con Luis Mattini, a partir de las columnas que Mattini, entrevistado por Pesoa genera en el programa de radio. ¿Cómo fue ese trabajo?

-Cuando se tomó la decisión de hacer el programa desde acá, Quique dijo ‘ya no aguanto más sin hacer radio, quiero hacer radio’ y yo había decidido no trabajar más de periodista. Se buscó un equipo para que lo acompañe. Yo hice otro proceso. Me empecé a interesar por la investigación y encontré acá el tiempo y el espacio para leer, para estudiar, para reformarme y empecé a trabajar eso. Me concentré en un tema que me había interesado siempre que es la guerrilla en los 70, sobre todo la guerrilla guevarista, la del PRT-ERP. Entonces me puse a estudiar eso con mucho ahínco, a entrevistar gente, guardar material, visitar lugares. Cada vez que, por ejemplo, había una temporada buena de verano yo me separaba una plata y decía ‘esto es para mi investigación’ entonces me hacía dos o tres viajes en los meses que son más muertos, turísticamente hablando, para grabar. En este andar lo encontré a Luis (Mattini) y me hice muy amiga. Luis, además de ser un militante, bueno, un dirigente del ERP era un tipo que se había formado académicamente mucho y que se dedicaba mucho a la gramática. Era escritor en ese momento, tenía una producción ardua y era un tipo minucioso con el lenguaje, con el uso del lenguaje y de la gramática y con las palabras. Entonces se me ocurrió presentarle esta opción a Quique y de paso a Luis presentarle una opción nueva que era hacer radio y que nunca antes lo había hecho. Entonces se armó eso y yo escuchaba, desde mi trabajo allá en el fondo en la cocina, la columna y me daba cuenta de que después de dos o tres programas la gente seguía hablando de alguna palabra, o sea le quedaba como el rumrum de lo que esa palabra significó, podía significar y sus usos. Entonces me di cuenta de que podía hacer un diccionario, que podía estar en una biblioteca. Viste que el aire se va, lo perdés. Entonces les hice la propuesta a los dos que me dijeron ‘ni en pedo vamos a desgrabar eso’, ‘bueno, yo lo hago’. Eran casi 190 palabras en ese momento, que las desgrabé todas porque ellos iban a elegir qué palabras. Las desgrabé textual una por una para poder ver cómo había sido  la columna y después darle un guiño llamémosle literario. Hicimos unas reuniones, ellos definieron que mejor trabajábamos los tres, así que entre los tres hicimos una selección de esas palabras y después yo hice un reacomodo, tomé cada palabra y la reredacté para que fuera más amena. Después, Luis tomó esa palabra y nuevamente le dio un giro, porque en realidad lo que hizo fue darle un poco más de contenido que en la radio a veces no podés porque te urge, porque estás saliendo al aire, entonces las amplió un poco más, les puso un poco más de carga incluso política lo que en la radio no daba. Y después, esa misma palabra la agarró Quique y le dio como un poquito de vuelo, le sacó algunos clichés de la radio, le dio una vuelta más para que fuera más lindo de leer y que no se pareciera tanto a lo que se había escuchado. Y finalmente, la editorial Planeta puso un corrector que le dio ese último toque que hacen los correctores, ‘mirá acá redunda mucho la palabra tal porque claro, en un diálogo se repite y no se nota pero en el texto se nota, vamos a reemplazarla’, esas cosas que hacen los especialistas. Pero sí, fue un año y pico de trabajo y después un año largo para encontrar una editorial que lo quisiera publicar, que ese es un trabajo que también te lo encargo. Fui a todos lados con el librito abajo del brazo hasta que di con un editor en Planeta, Nacho Iraola, que me dijo ‘me interesa, lo hacemos’, y bueno, se publicó.     



-Ustedes tienen cinco hijas mujeres, todas con distintas profesiones e inquietudes llamativas.

-Las tres primeras son hijas de Quique de su primer matrimonio que muy jovencitas se vinieron a vivir con nosotros. Una tenía 12 años. Casi yo me crié con ella (risas). La mayor es diseñadora gráfica y deambuló bastante por el diseño gráfico independiente, vivió en Chile, en Israel, en algunos países probando suerte hasta que se halló en la CNC (Comisión Nacional de Comunicaciones) diseñando los manuales de radiodifusión y muchas otras cosas, los libros, todas las publicaciones que hizo la CNC; toda la gestión de Ceferino Namuncurá laburó ahí. Y cuando se complicó todo el año pasado, justo le habían pedido de INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), que no tenían un diseñador que se ocupara de toda la folletería y las cosas que ellos necesitaban así que pasó a INTA y ahora está trabajando ahí. Después le sigue Marga que está viviendo en Oaxaca con su hijito León. Ella estudió varias carreras pero no terminó ninguna y trabaja de periodista. Pero bueno, es más joven, es un poco más moderna, de estos periodistas que solo andan con un microfonito y una compu y hacen todo. Entonces ella hace la producción completa de sus micros, después los locuta, los graba, los edita y los pone al aire. Trabaja para una ONG y para unos medios públicos de Oaxaca. Ahora hace poquito le dieron un premio. Se dedicó a todo lo que tiene que ver con la ecología y hace todo ella. Después está Lucila que es museóloga pero que también es locutora de la Metro y es la que resguarda todas las antigüedades que tiene el Fondo Nacional de las Artes. Es la encargada de proteger esas piezas que hay ahí. Con esta gestión nueva no sé si permanecerá en su puesto pero por ahora está ahí. Estudia mucho, viaja dos veces al año porque hace todos los seminarios que se dicten. Ella es especialista en tejidos. Hizo mucho de tejido incaico, de todos los tejidos de América, esos los hizo a todos, telares, pinturas, originales y es la que recuperó el chaleco de Belgrano que se lo había comido la polilla porque no estaba bien cuidado en el Museo Udaondo (en Luján) y el año pasado que fue el año dedicado a Belgrano lo querían volver a exponer y tenía un pedazo todo comido. Ella recuperó ese pedazo con telas del tejido original, tiñendo los hilos que se usaban en esa época. Se busca esa misma seda, es un trabajo. Y después hay que coser el bordado con hilo de oro, esas cosas que se hacían antes. Eso le apasiona. Ahora hace poquito vino de Lima de hacer un seminario allá. Después le sigue Mercedes que todavía sigue probando carreras, porque todas estudiaron muchas carreras hasta encontrar su destino. Trabaja en El Ateneo Splendid porque lo que le gustan son los libros. Quiso estudiar edición de libros en la UBA pero se perdió en ese mar de gente que hay en Puán y bueno, está viendo si lo puede resolver de otro modo. Pero trabaja ahí, es una apasionada de eso, tiene una pequeña editorial online libre que se llama Ediciones Frutilla y que está destinada a las adolescentes, sobre todo mujeres, que buscan leer una literatura que no sea la de siempre y además que escriban. Entonces ellos tienen un equipito de redactores y de correctores que corrigen y publican. Está contenta con eso pero es ad honórem. Y después está Catu que está haciendo quinto año, también eligió humanidades, viste que todas más o menos están por ahí. Quiere ser actriz, estudia para eso, estudia piano, estudia canto, estudia teatro, estudia inglés, porque además quiere ir a una escuela de actuación en Londres, quiere ir ahí a probar suerte. Son cuatro años y quiere ver si puede pasar la audición inicial y hacer la carrera ahí. Lograr alguna beca y estudiar ahí.

-Quique ha dicho en alguna oportunidad que sos la que lleva adelante la economía de la familia. ¿Cómo es trabajar aquí en La Merced?

-Vivir acá es raro porque es como que el tiempo lo decidís vos entonces muchas veces se te escapa y no hacés nada, y solo charlaste con alguien tomando mate; es raro el tiempo acá. Pero sí, en líneas generales la economía cotidiana la manejo yo, es decir que yo cobro los trabajos del estudio y los pasajeros, las dos cosas. Y llevo esas dos economías en paralelo y yo administro para primero pagar todo, los gastos que tiene este estudio y los gastos que tiene la hostería, le pago los sueldos a los empleados, soy la que está inscripta, digamos, la que se anotó en la AFIP, la que hace todas esas cosas desgastantes. Justo estaba con una planilla Excel en este momento pasando enero. Y hago las compras. Defino un poco el desarrollo de lo que vamos a tener en el tiempo porque me gusta que los pasajeros que vuelven se encuentren con la misma calidad que tuvieron hace tres años, cinco años, o hace ocho años. No solo en las sábanas y en la limpieza de la habitación sino en el desayuno, en muchos detalles que hacen a la marca. En este caso yo siempre digo, ‘me siento más honesta vendiendo esto que vendiendo noticias’ porque yo sé perfectamente cuál es la leche que uso o cuál es la harina para hacer el pan, o la lavandería que me desmancha las sábanas, o la clase de hilo de percal de 180 hilos que pongo en la cama. Aprendí ese oficio, me destiné a aprenderlo, lo desarrollo y lo administro. Hay años que da mucha pérdida y se sostiene con los trabajos del estudio, producciones, ingresos. Por ejemplo, como yo trabajé todo lo del libro, el libro lo cobré y les di a los autores una parte, me quedé con otra parte y el resto se destinó a todos los gastos que ocasionó ese trabajo que fueron muchos, hubo que viajar para contactar editoriales. Eso lo administro, me hago planillitas y digo ‘este trabajo va a tener estos gastos y esta ganancia’. Primero se pagan los gastos y lo que sobra es para los que laburaron. El caso del programa de radio es distinto. En el caso familiar es así. En el caso de la hostería, a la mañana bien temprano hay un empleado que tiene a su cargo el armado de los desayunos para recibir al pasajero que se levanta, pero él también es responsable de todo lo que pasa alrededor de ese despertar, que el salón esté en orden, que esté ventilado, que esté barrido, prepara la música. Para que llegues, te sientes a desayunar y haya un clima. Acordar que mientras vos estés desayunando, llegue la mucama y vaya a tu cuarto a hacerte el cuarto por si vos querés volver rápido a tu cuarto, que ya esté hecho. Esta organización. A veces hace falta que yo también esté porque hay más gente. Y yo cocino esos dulces, ese budín, el arroz con leche, algunas cosas a medias con mi mamá que tiene algunas viejas recetas, otras cosas a medias con Quique como el pan porque lo hornea él. Y hay otra persona más que se ocupa del parque que también es un elemento que el pasajero usa mucho y que es parte del lugar a donde te estás hospedando. Entonces hay que limpiar la pileta, hay que podar los árboles, hay que mantener la huerta, hacer la jardinería y eso lo hacemos con Celina que es la jardinera. Pero a veces no da el tiempo como los otros días que no se pudo, ella hizo su horario, el que está pautado, y bueno, igual había más fruta, más cosas así que seguí trabajando yo.                          



              


martes, 9 de febrero de 2016

Quique Pesoa: "El periodismo es una farsa"

En el estudio de radio montado en su hogar de San Marcos Sierras, Córdoba, donde también funciona la hostería ‘La Merced’ que llevan adelante con su compañera Leda Berlusconi, el periodista, locutor, conductor y músico rosarino de 65 años, Enrique “Quique” Raúl Pesoa, dialogó con Nexocomunicante sobre el rol del periodismo en la actualidad, el contexto político regional de los últimos años, algunas de sus pasiones como la música y la radio y acerca de su programa semanal ‘El Desconcierto’, de tres horas de duración, que transmite por streaming (vivo por internet) y que puede ser replicado por otros medios y bajarse libre y gratuitamente de la página www.eldesconcierto.com.ar.    
 


-Sos un gran referente de los medios, de la locución, del periodismo, pero nunca estudiaste Periodismo. Por supuesto que lo ejercés y tenés una importante trayectoria. Entre otras carreras cursaste Arquitectura en Rosario. ¿Cuál es tu formación académica?

-Formación académica periodística no tengo ninguna. En realidad yo hice un par de años de Medicina, hice cuatro años de Arquitectura, hice un año de Ingeniería, me metí un par de años en Bellas Artes. Es decir, la academia en el caso mío pasa por haber ido casi sin querer armando un back up de conocimientos que me parece que superan a la academia que está muy aburrida y venida a menos.

-En los últimos años en Argentina hemos pasado por un proceso de tener una Ley de Radiodifusión de la dictadura cívico militar a lograr una Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (LSCA) cuyas principales premisas son declarar a la comunicación y al acceso a la información como derechos humanos y democratizar el acceso al espectro radioeléctrico que es un bien escaso. Hoy en día, la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) ha sido intervenida por el nuevo gobierno y no se permitió que el titular, Martín Sabbatella, concluyera su mandato, entre otras graves consecuencias. ¿Qué opinión te merece todo este proceso?

-En principio, cuando apareció la nueva Ley de Medios en realidad yo pensaba que cualquier Ley de Medios parida a la luz de una democracia, aunque de baja intensidad pero democracia al fin, iba a resultar mucho mejor que esa ley, la 22.285, firmada por Videla, Martínez de Hoz, Harguindeguy, Elena Amadeo y Washington Pastor. Curiosamente esa ley de los militares tenía un artículo, creo que era el 45, que era antimonopólico. Curiosamente, digo. Tengo que admitir que esa ley de los militares tenía un artículo antimonopólico. Antes de la salida de la nueva Ley de Medios estuvimos como 25, 27 años de democracia y nadie pudo tocar esa ley. Seguíamos con la ley de los milicos. El único artículo que se había tocado, lo recuerdo, era ese justamente que le impedía a Clarín tener un multimedio. Cuando se anula ese artículo, fue lo único que se tocó de la ley de medios de los militares. Qué curioso, ¿no?, que en veintipico de años no se haya podido tocar, 300 diputados, 100 senadores, en este país, no se metieron nunca, como no se han metido todavía con la Ley de Entidades Financieras. Siguen pasando los gobiernos y de eso no se habla. Pero el caso de la Ley de Medios del kirchnerismo tiene un par de costados, digamos en líneas generales, se puede analizar mucho más en profundidad, pero vino a reemplazar una ley de los militares lo que en sí es bueno. Se parió a la luz de una reyerta entre el gobierno y el Grupo Clarín lo que en sí es horrible. Parir un una ley para de alguna manera justificar o blandir una especie de garrote, porque la Ley la hicieron y la tuvieron cajoneada un tiempo, iban como amagando, ‘mirá que si pasa tal cosa saco la Ley’. Bueno, la Ley salió al final cargada de defectos y llena de virtudes. Cuando Macri asume el gobierno lo primero que hace es deshacer esa Ley que le estaba impidiendo al Grupo Clarín continuar con sus negocios. Es decir, le hizo el campo orégano. Pero también, si miramos desde el punto de vista de lo negativo lo que está haciendo es terminar con esa Ley, a ver si se puede parir una nueva, pero terminar con esa Ley, y con todos sus costados perversos que tenía, ya que insisto, fue parida como un arma para ‘combatir a’ y no una Ley para el beneficio de la gente.

-Dentro de los defectos y las virtudes de la Ley de Medios que mencionás, ¿cuáles podrías destacar?

-Como virtud, el famoso tercio dedicado a aquellos medios de comunicación que no son negocio, a esas ONG que necesitaban comunicación, las universidades y a todas aquellas instituciones tipo cooperativa que no tenían acceso, eso me parece realmente bien. Ahora, también en la continuidad, poca bola le dieron en la aplicación de esa Ley cuando a todo ese tercio no le facilitaron ni dinero para financiar proyectos ni le facilitaron la frecuencia. Digo en general, algunas saltarán y dirán ‘no, a nosotros nos dieron’ pero en general cuando uno trata de analizar estas cuestiones se trata de tener una mirada un poco más abarcadora. No le dieron bola al tercio y eso me parece que fue negativo.

-Como decía Rodolfo Walsh, “el periodismo es libre o es una farsa”. ¿Cuáles serían tus consejos para un/a estudiante de Comunicación o alguien que está haciendo sus primeros años en el periodismo?

-Lo voy a corregir a Rodolfo Walsh, el periodismo es una farsa. No necesito agregarle el pedacito que Rodolfo, en aquellos momentos de lucha, le agregaba. Hoy en día la información se ha convertido en una mercancía concretamente; se compra y se vende. Con lo cual, carece de credibilidad absolutamente. No hay medios creíbles o medios no creíbles. Son todos increíbles. Entonces digo, bueno, cuál es el consejo para alguien que está comenzando a estudiar, primero el reconocimiento de la realidad, no dejarse engañar por esta realidad, generar pensamiento independiente, generar pensamiento crítico; casi te diría transformarse hoy en día a cómo están los medios en una especie de cínico, ‘no le creo a nadie, me creo a mí mismo solamente’. Esto no sé si sirve para un estudiante de periodismo, tampoco sé si sirve estudiar periodismo, tampoco sé si el periodismo existe o existió alguna vez tal y cual lo imaginamos. En algún tiempo pensábamos que existía la posibilidad de la objetividad. Después eso nos lo sacamos de la cabeza, no por corrupción sino por André Malraux, por ‘La condición humana’. El ser humano tiene un sistema perceptivo, percibe per sé y cuenta lo que vio, cuenta lo que oyó y cuenta lo que sintió, por lo tanto toda información es subjetiva, o subjetiva a algún medio o subjetiva a aquel que la escribió, subjetiva al periodista que la redactó o al que la dijo. La objetividad en realidad hemos demostrado, no existe. Y no tiene por qué existir. Lo que yo necesito es creerte. Lo que yo necesito es creer en la imagen que vos me estás transmitiendo pero también lo que yo necesito es generar albedrío, pensamiento independiente para no comerme todos los sapos. Sino como sociedad estamos transformados en un ato de pelotudos que nos creemos todo lo que los medios van diciendo. Peor todavía, nos polarizamos. Entonces le creemos a Página|12 o le creemos a Clarín. Otro disparate el tema de la polarización. Por qué no una postura libre, de libre pensador, donde vos puedas analizar como lo hicimos recién que algunas cosas de la Ley estaban bien hechas y otras cosas eran un disparate, que algunas cosas estaban bien pensadas pero después muy mal construidas. Entonces digo, a mí me gusta que el periodista que me está contando algo tenga un pensamiento propio para que, si yo también lo tengo, se produce una confrontación, me entran balas, puede el tipo modificar mi estructura de pensamiento, pero primero tengo que tener una estructura.

-Has entrevistado a un centenar de músicos de la talla de Atahualpa Yupanqui, Cuchi Leguizamón, Leda Valladares, Jorge Fandermole, ¿Qué es lo que más te gusta de tu profesión y trayectoria personal?

-Creo que el haber elegido en un momento dado el tipo que yo quería ser, qué tipo quería ser. Bueno, hay diferencias con algunos otros conductores y periodistas. Hay mucha gente que compra una especie de overol, una especie de muñeco, se lo pone, labura de ese muñeco y después se lo saca y se va a su casa, retoma su vida. Yo siempre traté, en lo posible, de ser lo más yo que se pueda, lo más genuino que se pueda tanto en el aire como fuera del aire. Tanto es así que a mí se me han mezclado un poco los personajes y yo sé que soy una especie de personaje, me divierte esto, no lo vivo como una esquizofrenia, me divierte esto y me divierte haber podido elegir en un momento dado ser lo más genuino posible. Decir las cosas que pienso, pensar en voz alta, cosa que para algunos es muy peligroso porque en líneas generales lo que hay que hacer es autocensurar un poco las cosas. Digo, yo soy un poco más zarpado, no como vidrio pero soy un poco más zarpado y entonces creo que eso también va conformando un estilo de trabajo y de comunicación.



-Estás en pareja con quien fue tu productora, Leda Berlusconi, tienen cinco hijas, tres de tu matrimonio anterior y dos de ambos. ¿Cómo surgió la idea de venir a San Marcos Sierras y a levantar esta hermosa hostería ‘La Merced’?

-Creo que la idea, como tantas otras en otra gente también, puede surgir a partir del reconocimiento, de la percepción y el reconocimiento de lo que significan los ciclos. Aquí hay que insistir en un ciclo que vos vas viendo, avizorando, te vas adelantando, que en algún momento se va a terminar. No queremos largar nada, no queremos renunciar a nada, no queremos desprendernos de nada, es una cosa que cuando la trasladás a los ciclos de la vida y de la existencia poca gente de alguna manera lo piensa muy seriamente y decide de acuerdo a ese pensamiento. Entonces nosotros, bueno, yo viví en Rosario hasta los 35 años, después me fui a trabajar a Buenos Aires, vivimos con Leda 20 años en Buenos Aires, en el centro de Buenos Aires en Callao y Corrientes, vivimos 20 años muy lindos pero también creo que tenemos una viveza interesante. Nos vamos dando cuenta de cómo van cumpliéndose esos ciclos y nos vamos adelantando. Yo siempre le digo: ‘vamos a adelantarnos al destino’. Nosotros alguna vez construimos una casa muy linda donde vamos a veranear en San Marcos Sierras siempre con el sueño de irnos en algún momento. ¿Qué estamos esperando? Notamos en un momento, allá por el 2004, que los medios comenzaban como a embudarse. No existía lo que existió hasta hace poco y existe hoy en día que es la polarización. No se hablaba de polarización, no se hablaba ni de grieta, ni de esas cosas, se hablaba del pensamiento único. Todo el mundo decía lo mismo. Nadie sacaba los pies del plato, todo el mundo opinaba lo mismo, parecía que estaba todo bárbaro. Y en realidad, nos empezamos a dar cuenta que ese pensamiento único estaba de alguna manera influenciando el pensamiento de aquellos que trabajábamos en los medios. Y dijimos: ‘nos va a resultar cada vez más complicado conseguir lugares donde trabajar con cierta libertad, con cierta independencia, con esa que nos gusta a nosotros. ¿Habrá llegado el momento de pasar a otra cuestión, de pasar a otro ciclo en nuestra existencia antes de que el destino elija por nosotros, antes de que esta ciudad, Buenos Aires, nos eche? Vámonos así podemos volver. El que se va sin que lo echen vuelve sin que lo llamen. Bueno, vamos así podemos volver a esta ciudad. Decidamos nosotros un poco antes’. Fue así como nos vinimos, esta casa ya estaba hecha, yo me construí este estudio y empezamos a hacer la hostería. Y la verdad es que hace 12, 13 años ya que estamos acá, desde enero del 2004, y estamos muy bien.

-¿Te gusta el trato con los visitantes o preferís más resguardarte en tus quehaceres cotidianos?  

-Me gusta el trato, me gusta atender la hostería en función de las cuestiones prácticas que van haciendo falta. Yo hago el mantenimiento, me meto con electricidad, agua, cañería, lo que fuere y la verdad es que todo eso me entretiene y simultáneamente me voy relacionando con la gente. Mucha gente viene acá a visitarme, a ver cómo estoy, a ver qué estoy haciendo, etc. Ahora hay un chico afuera que vino a verme de otro lado, que ya lo vi con una bolsa con unos salamines, que yo rompo mucho las pelotas con el tema de los salamines, bueno, viene a saludarme, a charlar un rato como estás charlando vos ahora. Y yo decidí, bueno, en un momento dado dije: ‘yo provoqué este afecto, este cariño, este acercamiento’; ahora no puedo hacerme el histérico y decir que yo no atiendo más a nadie porque estoy cansado, eso me parece una estupidez, Me parece que hay que de alguna manera ser consecuente con lo que uno ha hecho por lo tanto yo salgo y saludo a todo el mundo. A algunos con más extensión y otros con menos extensión pero yo saludo a todo el mundo y, bueno lo has visto, en la hostería, durante los desayunos por ahí agarro la guitarra y silbo algunos temas. Cantar a la mañana sería una ridiculez y la verdad es que no quiero hacer un show, no puedo, no estoy en condiciones de hacer un show pero puedo acompañar con un poquito de música silbando y tocando algunos acordes en guitarra.

-¿Cómo te llevás con esta parte de nuestra historia que ha dejado una herida abierta, que fue la dictadura cívico militar, el Terrorismo de Estado? ¿En tu juventud has militado en alguna organización? Lo que nos quieras compartir.

-Nunca milité y siempre estuve analizando cuál fue mi grado de, sino culpabilidad, mi grado de responsabilidad. Y siempre estuve con esta autocrítica encima. Tengo 65 años, en el año 78 yo protagonicé un programa muy famoso en la ciudad de Rosario llamado ‘La mañana entera’ en una radio que se escuchaba mucho en toda la zona, eran muchos millones de habitantes, porque excedía la ciudad de Rosario y llegaba a casi toda la provincia de Santa Fe, por una radio que se llama LT8. Año 78, yo tenía 28 años. Digamos que difícilmente uno pueda aducir ignorancia. Y si uno aduce ignorancia está de alguna manera, trabajando en un medio de comunicación, reconociendo un grado de responsabilidad. Cómo vas a ser ignorante de una situación si trabajás en un medio de comunicación. No es posible, no estás trabajando en una bulonería. Estás trabajando en un lugar que de alguna manera estás modificando esquemas de pensamiento de la gente que está escuchando. Estás incidiendo en su pensamiento. Pues bien, yo no incidía en nada, yo me divertía mucho y la verdad es que acataba algunas órdenes que llegaban del segundo cuerpo del Ejército de Rosario, como puede ser un librito con los prohibidos, entonces Víctor Heredia, Mercedes Sosa, Hamlet Lima Quintana, todos ellos no podían salir al aire y yo acataba esto. ¿Cuál es el grado de responsabilidad? No entregué a nadie, eso me queda bien claro. Pero yo estaba trabajando en un medio de comunicación. ¿Cuál es el grado de, insisto, no de culpabilidad, de responsabilidad? Porque si no me gustaba como estaba la cosa y si entendía que la cosa estaba peligrosa, pues bien, andate; pues bien, dejá de trabajar ahí; pues bien, dejá de aprovechar el medio de comunicación como una herramienta simplemente para vivir, no es una herramienta simplemente para vivir. Quizá al no haber reaccionado de esta manera en que te estoy describiendo, por eso estamos charlando ahora y yo un ser vivo, pero bueno, hay que pensar en qué hacía uno en ese momento, no los demás, qué hacía uno en ese momento. Yo no he escuchado autocríticas de periodistas que tengan mi edad y hayan dicho: ‘bueno, yo en esa época hice tal y tal cosa y la va verdad es que (…)’, yo no he escuchado eso, nadie habla de eso. Digo, cada uno tiene que meterse un poco para dentro y hacer un análisis de lo que le pasó, de lo que pasó en ese momento si es que, insisto, tenía a su cargo un medio de comunicación o tenía a su cargo 40 alumnos en un aula, o tenía a su cargo cinco hijos, o cuatro hijos, o tres hijos, o dos hijos. Digamos, si nosotros como sociedad no podemos hacer una autocrítica de eso, no vamos a poder construir nada y le vamos a seguir echando la culpa a Cristina, a Macri, a Menem, etc.

-¿Cómo es tu acercamiento a la música?

-Soy músico y está conmigo siempre. Pocas veces encaré el trabajo profesional de la música. Digo pocas veces porque en líneas generales lo encaré como una especie de aditamento a mi trabajo como conductor, relator o lo que fuere. Hace muy poco hicimos un show con Esteban Morgado, llamado Mayor y Menor. Yo toco la guitarra pedorramente pero él es un monstruo tocando la guitarra, entonces yo me animaba a tocar la guitarra porque él estaba apoyándome y yo era un poco la voz cantante de un show muy divertido que estaba basado en acordes mayores y en acordes menores y en las letras que podíamos encontrar que tenían que ver con esa brillantez del acorde mayor o con esa cierta melancolía del acorde menor. Y bueno, ahí está la música, está todo el tiempo la música. Yo hago un programa de radio, pongo música, elijo la música, hablo de la música. En cientos de programas de radio la música es: ‘bueno, vamos ahora a un tema musical como para descansar un cachito’. ¿Descansar de qué? Si lo que estás haciendo es comunicar. Lo que sigue como música también es o debe ser también comunicación. Y entonces la música que yo he elegido no te la tiro como un balde de semifusas, la preparo. Te digo: ‘¿sabés que encontré acá? Bueno, encontré un tema que canta tal persona y que lo compuso fijate en qué situación tal otra persona. Escuchalo. Prestale un poco de oreja a la letra’. Solo con este ingreso, digamos de presentación a la música, ella se escucha de otra manera. Tiene otra importancia, pasa a formar parte del equipo de comunicación. No es una basurita más que pongo para ir a mear. No es eso. Es parte de la comunicación y tengo que analizar lo que voy a poner porque también es eso lo que quiero comunicar.



-Entrevistaste a Fidel Castro en Cuba. ¿Cómo fue esa experiencia?

-Nos invitaron a un Congreso de Periodistas Latinoamericanos y Caribeños en octubre del 2001 y personalmente yo no sabía que iba a estar Fidel en el Congreso, suponíamos que alguna pasada iba a hacer. Bueno, pues estuvo los cuatro días con nosotros. Terminaban las ponencias y las sesiones, yo estaba sentado en primera fila, se dirigía a mí porque yo estaba allí. Le llamaba la atención que yo era un argentino bien alimentado. Bueno, se armaban charlas interesantes y muy ricas con un tipo que en ese momento estaba gozando de buena salud. Es un tipo que tiene mi altura, los ojos claros penetrantes, es de los que te empujan cuando te hablan, me empujaba todo el tiempo con el dedo acá (se señala el pecho cerca del hombro). ‘Tú tal cosa y tú tal otra’ y te estaba empujando. Y bueno, teníamos la oportunidad de preguntarle cosas. Yo le pregunté a él qué es lo que iba a pasar con Cuba después de Fidel, ahí se hizo un silencio. Yo dije, ‘sí, yo la pregunta se la hago, porque todo el mundo se la hace, pero no la hacen a usted, ¿no?, que en definitiva es el mentor y el responsable de esta cuestión’. Usa mucho el humor, tiene muchísima información, él en octubre nos dijo’ Argentina va a estallar, no hay país que pueda aguantar lo que ustedes están aguantando’, dicho en cubano, ¿no? Y faltaban dos meses para diciembre del 2001, que es nuestro gran quilombo. Yo lo miré a Miguel Bonasso que estaba ahí, estaba Luisito Bruschtein, que era el editor de Página|12, lo miré como diciendo ‘será una metáfora del viejo, porque dijo la Argentina va a estallar’, dos meses antes. Así que al día siguiente, como Luis era el editor de Página|12, bueno, desde ahí mismo armamos toda la noticia y al día siguiente salió a página entera en portada la foto de Fidel y título catástrofe ‘Argentina va a estallar’. O sea que es un tipo que maneja un nivel de información insólito. Dedica su vida a la información y a la lectura. Dedicó su vida a la Revolución. Se puede discutir con él con respecto a si una revolución puede durar 50 años o no, o qué le pasa a una revolución que dura cincuenta años siendo una revolución, se supone que pasás a otro estadio, que es un estadio de alguna manera con un término, no para siempre. Y que las cosas para siempre como en este caso van produciendo un desgaste interno muy grande. Bueno, con él se puede hablar de todo esto. Hay cubanos con los que no podés conversar de esto porque o se enojan, o creen que estás en contra de Cuba. Pero hay otros cubanos con los que se puede charlar desde adentro. Estoy planeando ahora un viaje a Cuba porque ese viaje que hicimos a La Habana donde lo conocimos a Fidel, en realidad yo no conocí Cuba, estuve cuatro o cinco días metido adentro de un hotel con comisiones, laburando porque fue una invitación de Cuba, no nos invitaron a hacer turismo, nos invitaron a un Congreso de periodistas, o sea que bueno, había que trabajar. Nos pagaron todo. Éramos como 400 periodistas latinoamericanos y caribeños. Fue una cosa muy grande y muy interesante.



-¿Qué opinión te merece el hecho de que Cuba y Estados Unidos hayan reanudado relaciones diplomáticas?

-Era inevitable. El otro día yo decía ‘bueno, a ver, vamos a acordarnos de nuestras invasiones inglesas. ¿No? Que los rechazamos, que Beresford, que el aceite hirviendo en las calles, que las negras y los negros del Río de la Plata hirviendo la grasa para tirarles y ay, los sacamos cagando a los ingleses y seguimos festejando el triunfo sobre las invasiones inglesas. Se fueron y se dieron cuenta de que la verdadera invasión venía por otro lado, la verdadera invasión es cultural, la verdadera invasión es con los negocios, la verdadera invasión en ese momento era el contrabando, o sea que nos ganaron las invasiones inglesas no en una batalla como la que ganamos nosotros sino a través de todo el tiempo. Bueno, Cuba tuvo su Bahía de Cochinos y festejando todavía hoy en día el triunfo sobre las fuerzas norteamericanas en Bahía de Cochinos, pero bueno, los norteamericanos también se dieron cuenta de que no era interesante ese tipo de sistema. Es mejor la colonización cultural. Y avanzar con los neones, con el packaging y con toda aquella cosa que seduce al ser humano sí o sí desde los vidriecitos de colores a los indios hasta hoy en día que nos siguen seduciendo con el consumo. ¿Entonces qué pasó? Bueno, los medios de comunicación empezaron a llegar y a invadir el pensamiento cubano y era, te diría que era casi cantado que esto iba a suceder. También es casi cantado que hay mucho joven en Cuba que se está yendo de Cuba, se está yendo a buscar otros horizontes, ¿por qué? Porque vio los otros horizontes. Lamentablemente te hacen ver lo que quieren ver, entonces te parece que todos los horizontes son como doraditos y están cargados de volutas y son maravillosos pero no es así, el mundo es otra cosa. De cualquier manera, insisto, de la misma manera en que se festejó mucho el triunfo sobre las invasiones inglesas y luego nos dimos cuenta de que entre el empréstito a la Baring Brothers y todas las deudas que tenemos, estamos siendo colonizados desde hace mucho tiempo. En Cuba pasa lo mismo por lo tanto parece ser como un destino implacable esta relación nuevamente con Estados Unidos. Fue Estados Unidos en definitiva quien transformó a Cuba en un prostíbulo en los años 30, en los años 40, hasta la llegada de la Revolución, hasta Batista. Bueno, al Revolución le devuelve a Cuba una dignidad como gente, pero no alcanza. ¿Por qué? Porque la dignidad dejó de ser un valor interesante y apreciable. Más vale tener un Audi.

-¿Tenés la necesidad de estar informado al respecto de lo que es la agenda mediática hegemónica para nutrir tu labor profesional o preferís mantenerte al margen de eso?

-No necesito esa agenda. Yo hago un programa semanal que se llama El Desconcierto, que lo hago en este estudio donde estamos. Hace como ocho años que estoy haciendo este programa por streaming (vivo por internet). Lo subo a una página de la cual se puede bajar libremente, no hay password, no hay IP, número de nada, es totalmente libre y gratuito. Yo lo hago por comodidad mía personal los miércoles de 10:00 de la mañana a una de la tarde y mientras lo hago estoy haciendo el streaming, o sea que aquel que quiera escucharlo en vivo pone www.eldesconcierto.com.ar y escucha el programa. Y quien quiere escuchar programas anteriores, son de tres horas de duración, o sea que hay tres documentos mp3 que yo subo a la tarde, cuando termino el programa, como lo he grabado en esta compu, hago la compresión en tres documentos y lo subo la misma tarde y hay como 80 emisoras que algunas lo pasan en vivo bajando el streaming mientras lo estoy haciendo pero otras no, lo buscan a la tarde o al día siguiente y lo pasan otros días. Tengo al “Negro” (Martín) Incolla como productor. Lo más gracioso de esto es que yo laburo solo acá porque el “Negro” vive en Casa Grande, tengo otra que vive en Santa Rosa de Calamuchita, y después está el (Raúl) “Bigote” Acosta en Rosario, Luisito Mattini en Buenos Aires, Pedro Brieger que siempre anda dando vueltas por el mundo y yo lo llamo y es columnista también. Es decir, es una experiencia sumamente interesante, ya que estoy en el interior del interior. Ni siquiera estoy en Córdoba Capital, estoy a 150 kilómetros al noroeste. No necesito leer diarios, no necesito escuchar radio, con solo estar incorporado a la vida, a las cuestiones que van sucediendo no solamente en Buenos Aires porque parecería ser que lo que no sucede en Buenos Aires no sucede directamente, ¿no? Así que no estoy prendido a la teta de la información de la agenda oficial.

-¿Hacés un vino casero que se llama “Flor de Peludo”?

-Sí, tengo un amigo en Chilecito que se llama Federico Isaza que tiene unas cuantas hectáreas de viñedos y siempre voy y le robo unos mil kilos de uva. Él me llama y me dice ‘mirá, la cabernet está  bien ahora’ o ‘vení a buscar la bonarda’, o ‘la malbec está rica’ y que se yo, entonces yo me voy con mi vieja chata F100, modelo 71 y un carro, y mis 60 cajones de plástico y me traigo unos mil kilos de uva. Hago el viaje desde Chilecito hasta acá que son como 400 y pico de quilómetros, el mismo día que cortan la uva, ahí nomás arranco para acá y cuando llego hago la molienda. Tengo mi máquina moledora, mis tanques y bueno, a veces con diversa suerte, a veces me sale rico, a veces no. 

-Tienen un sistema de agua para la hostería a partir de una perforación. ¿De qué se trata?          
-En esta parte del pueblo hay agua corriente. El agua corriente siempre es escasa, entonces cuando nosotros dijimos ‘vamos a hacer una hostería’, pensamos ‘no podemos depender, una hostería con diez habitaciones, por más que sea una hostería chica, no podemos depender del agua corriente’, entonces hicimos hacer una perforación tipo ‘búsqueda de petróleo’ en la parte de atrás del terreno y estamos sacando agua de nuestra propia perforación a 30 metros. Tenemos como amuleto la canilla cerrada del agua corriente que ingresa de la calle por si nos falla la bomba o cosa por el estilo. Pero en realidad, la alimentación de los tanques de la hostería es una alimentación que depende de la corriente eléctrica. Porque si hay corriente eléctrica sube el agua desde la bomba hasta los tanques. El agua, insisto, está a 30 metros de profundidad. Muy rica.

-Hiciste un viaje en moto a Machu Picchu con un amigo. ¿Cómo fue esa experiencia? ¿Lo volverías a hacer?

-Eso fue muy loco. Ayer charlábamos con un amigo del alzhéimer, cuando llegás a los 65 años empezás a charlar del alzhéimer, es maravilloso. Y uno de los consejos que es por ahí casi estúpido, pero uno de los consejos que aparecía es que para aventar el alzhéimer y cualquier enfermedad que tenga que ver con la memoria, tenés que alejarte de hacer siempre lo mismo. ¿Viste que nos bañamos de la misma manera, hacemos los mismos movimientos? Todo el día está compuesto de un montón de movimientos repetitivos. Aquellos tipos que estudian neurociencia lo primero que hacen es aconsejarte que hagas cosas distintas todo el tiempo y que estés con la cabeza como con una especie de gimnasia permanente porque lo que te da el tedio, el aburrimiento de hacer siempre lo mismo, es la seguridad de que no te vas a equivocar, siempre hacés lo mismo entonces va a estar todo bien. Pero resulta ser que te están aconsejando lo contrario. Yo no me había subido nunca arriba de una moto, vino el hijo de un amigo que tiene la mitad de mi edad y dijo ‘me voy al Machu Picchu en moto’, le dije ‘te acompaño’, me dijo ‘pero si no sabés andar en moto’, ‘aprendo, hay tanto boludo dando vuelta en moto, un boludo más no puede haber’. Me dice ‘pero si no tenés moto’, ‘y la pido’. Así que bueno, le pedí la moto a un amigo, una moto grande y nos fuimos a una aventura maravillosa, 45 días, me caí de la moto, claro, como corresponde a todo imbécil que se sube por primera vez arriba de una moto, sin peligro porque en ese sentido soy cuidadoso, me podría haber pasado cualquier cosa, pero pintando arriba de una escalera te puede pasar cualquier cosa, y después cuando volví, volvimos de ese viaje maravilloso, me compré una moto, me compré una Hamaha Virago 750 y el mismo dueño al que le devolví la moto, a mi amigo, me dijo ‘me voy a Florianópolis a visitar a mi hija que vive allá’. ‘Te acompaño’, dijo Pesoa. Así que me subí yo arriba de mi moto y él arriba de la suya e hicimos un viaje también, de un montón de días de acá hasta Florianópolis y de ahí a un pueblito donde vivía la hija y nos quedamos diez días allí tonteando por Florianópolis. O sea que fue otro viaje maravilloso. Pero como te digo, ¿viste? van pasando las etapas y vos vas reconociendo en qué momento ‘bueno, ya está’, ¿no? Esto de la moto me parece que ya está estando. En una época me gustó volar e hice el curso de piloto  y volaba durante ocho, diez años, hasta que después dije ‘bueno, a ver, esto ya está. No pienso hacer toda mi vida esto’. ¿Viste? No es que me canse de las cosas, es que aparecen cosas que me atraen más. Esto pasa.

Enlace para escuchar el audio de la entrevista: https://archive.org/details/EntrevistaAQuiquePesoaEnSanMarcosSierras160208_201602