lunes, 30 de abril de 2018

A 50 años de la CGT de los Argentinos


En el Espacio Político y Cultural ‘Participación Popular’, del barrio porteño de Boedo, se realizó el tercer encuentro del ciclo de paneles con debate, en el marco de conmemorarse 50 años de la fundación de la CGT de los Argentinos.


Un local que olía a café, que vendían dos compañeras de la organización para sostener el espacio, fue el lugar que cobijó a los presentes. En esta oportunidad, los disertantes fueron el historiador Hugo Chumbita, el periodista y escritor Eduardo Jozami y el investigador e integrante del Archivo Ricardo Carpani, Ignacio Soneira; con la coordinación del analista internacional y miembro del colectivo Carta Abierta, Lido Iacomini.

Los temas giraron en torno al periódico de la CGTA, la incidencia en la publicación del escritor y periodista desaparecido Rodolfo Walsh, la participación del artista Ricardo Carpani, la importancia del rol de Raimundo Ongaro en el surgimiento de un sindicalismo de liberación y de un conjunto de abogados, en la defensa de las y los trabajadores, en el marco de la dictadura del general Juan Carlos Onganía. También, tanto Jozami como Chumbita hablaron del asesinato del secretario general de la Federación de Trabajadores de Prensa, Emilio Jáuregui, ocurrido en junio de 1969.

Imágenes de trabajadores aguerridos, con puños y fusiles en alto delante de paisajes fabriles, fueron proyectadas sobre una pared por Ignacio Soneira. Se trata de algunas de las emblemáticas ilustraciones del dibujante, artista plástico y militante político Ricardo Carpani, quien participó en el semanario de la CGT de los Argentinos y dejó una huella imborrable en el movimiento obrero y en el arte, con sus murales, afiches y dibujos.


El Archivo Ricardo Carpani surgió a partir de un convenio entre la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Doris Halpin, la viuda del dibujante, con el objetivo de impulsar la restauración, la conservación, la puesta en valor y la investigación del archivo personal atesorado en la casa del artista y militante. Forman parte del colectivo, un equipo interdisciplinario integrado por historiadores del arte e investigadores, quienes, además, se encuentran organizando el material para su exposición.

“La CGTA fue sin duda una de las experiencias más ricas de encuentros entre sectores del campo artístico, intelectual y obrero en la historia reciente argentina”, definió Soneira. Entre los artistas destacados que formaron parte lateral o central del emprendimiento que surgió en marzo de 1968 se encontraban los cineastas Octavio Getino, Gerardo Vallejos y Nemesio Juárez; el escritor Rodolfo Walsh; integrantes de lo que se conoció como la Vanguardia Plástica de Rosario y Buenos Aires, que impulsaron la experiencia contrainformativa ‘Tucumán Arde’; y el artista Ricardo Carpani.

Carpani formó parte activa de la central obrera casi desde sus inicios. “Realizó gráfica, fue delegado personal de Raimundo Ongaro en el exterior y redactó documentos para la CGTA, como las palabras iniciales del balance que la CGTA publicó en marzo de 1973”, momento en que se disolvería la CGTA, si bien su semanario mantendría durante un tiempo un funcionamiento clandestino.


Soneira compartió con los presentes un fragmento del texto ‘Palabras iniciales’ que Ongaro le encargó a Carpani para el semanario de la CGT de los Argentinos. “Es de destacar la constante desmitificación de la violencia, realizada por la CGT de los Argentinos desde su periódico y en los hechos, como asimismo de las consignas de unidad y organización. En el primer caso señalando a la violencia como algo inherente a toda sociedad estratificada en clases opresoras y clases oprimidas, distinguiendo además de la violencia represiva del régimen, la violencia de la explotación cotidiana que el sistema impone a los trabajadores, y contraponiendo a esa violencia reaccionaria la necesidad de ejercer por parte de éstos todas las formas de violencia revolucionaria, como único camino capaz de conducir a su liberación”.


“En el segundo caso afirmando que no puede haber unidad con los enemigos del pueblo ni con los traidores a la clase obrera; que la única unidad posible y deseable sólo puede darse en la lucha constante y efectiva contra el sistema; que sólo de esa lucha puede surgir una auténtica organización revolucionaria de la clase obrera peronista; y que esa organización no habrá de resultar de la aplicación mecánica, hecha desde arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia concreta y viva de las bases, templadas en la diaria pelea”, continúa el documento.

En tanto, el historiador, abogado, periodista y docente universitario Hugo Chumbita, que fue parte de la fundación e integró el equipo de abogados de la CGT de los Argentinos, nombró a numerosos compañeros abogados laboralistas y penalistas que tuvieron incidencia en los años en que la clase obrera argentina padeció la persecución y el hostigamiento por parte de la dictadura de Onganía. Se refirió al apoderado de los gráficos y gran amigo de Raimundo Ongaro, ‘gallego’ Conrado Ortigosa, de quien fue colaborador; Mario Landaburu, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Roberto Sinigaglia, Mario Kestelboim, Hipólito Solari Yrigoyen, Ricardo Rojo, Antonio José Deleroni, Néstor Martins, Miguel Zavala Rodríguez, ‘el sapo’ Rafael Lombardi, Raúl Aragón, Carlos Giraldez, entre otros. “Cuando los nombro, me siento un sobreviviente, porque pocos de ellos quedamos en pie”, sostuvo Chumbita.



A su turno, el referente de Derechos Humanos, militante político, abogado y profesor universitario Eduardo Jozami rememoró el período previo al surgimiento de la CGT de los Argentinos y enfatizó la importancia del semanario de la central que contó con las plumas de los escritores y periodistas Rodolfo Walsh, Rogelio ‘Pajarito’ García Lupo, Horacio Verbitsky, José María Pasquini Durán, Luis Guagnini, entre otros.


“El periódico cumplió una función política notable dentro de la acción de la CGT de los Argentinos. Precisamente porque la CGTA era una central sindical pero era una apuesta política también. Entonces el periódico tenía que llegar a todos lados porque tenía que llegar el mensaje de la CGT de los Argentinos”, subrayó Jozami y agregó: “Incluso se discute la idea de que el periódico tenía que tener corresponsales en las fábricas. No sólo había que tratar de que les llegara a los compañeros en las fábricas sino que hubiera uno que se hiciera responsable de la distribución. Eso no salió tan aceitado como nunca sale pero hubo una muy fuerte vocación porque esa política que expresaba la CGTA y su periódico llegara al pueblo de una manera lo más amplia posible, y además tuvo un tiraje realmente importante”.

“El periódico de la CGT de los Argentinos fue una guía para la militancia, fue un instrumento de lucha. Recuerdo que tenía páginas centrales que servían como afiches. Venían separadas en el medio para que fueran utilizadas por los obreros en diversos conflictos, entre ellos, de convocatoria a la movilización”, recordó Chumbita.

“Por otro lado, el periódico, así como tuvo el respaldo de Ongaro y el de (Ricardo) De Luca, secretario de prensa, también tuvo sus objetores. Había algunos dirigentes sindicales a los que no les gustaba el periódico porque decía otras cosas de las que habitualmente decían los periódicos sindicales. Era un periódico que hablaba de política de la primera a la última página, era un periódico que decía que había que subvertir, aunque no usara esa palabra, toda una tradición sindical, y era un periódico muy abierto en temas que tampoco en el sindicalismo más vandorista a veces se reflejaran tanto, como la cuestión latinoamericana, internacional, la relación con todos los sectores de la cultura, intelectuales”, señaló Jozami y añadió: “Entonces el periódico fue un instrumento privilegiado para hacer que la CGTA se convirtiera en el eje de la oposición a la dictadura. Porque era más fácil acercarse al periódico que a cualquier otro lado. Y el periódico era más convocante que cualquier otro espacio de la CGT. No sólo el periódico, los discursos de Ongaro, la militancia de tantos centenares de compañeros por todas partes, las tareas de las regionales del interior. De alguna manera el periódico se inserta en todo esto”.         

Rodolfo Walsh fue director del periódico pero también, integrante de la agrupación de base de prensa de la CGT de los Argentinos. “Éramos muy pocos compañeros que nos reuníamos todas las semanas y discutíamos mucho. La agrupación se formó después del Cordobazo y las primeras reuniones fueron bastante más numerosas. Pero después de la clausura de la CGT, el funcionamiento medio clandestino se fue debilitando”, detalló Jozami.



“Walsh, que al fin y al cabo era el director del periódico, y además era un gran escritor, podía haberse eximido de venir a hablarnos todas las semanas para discutir con nosotros qué era lo que pensábamos. Celebro que no lo haya hecho porque para mí fue una experiencia muy importante. Muestra una humildad de la cual Walsh dio pruebas después a lo largo de su militancia”, agregó Jozami quien detalló que la experiencia del semanario de la CGTA fue muy rica. “Fue hecha en una coyuntura política muy especial y coincidió con lo que para Walsh fue su primera experiencia política como militante. Y además porque es ésta experiencia la que lo lleva a cuestionarse mucho su rol como escritor en ese momento. Él era muy exigente con las cosas que escribía y al mismo tiempo también políticamente se cuestionaba el rol que estaba cumpliendo como escritor. La CGT de los Argentinos tiene que ver mucho con lo que él escribió y no escribió después”.

La muerte de Emilio Jáuregui

“Emilio Jáuregui había sido secretario general de la Federación de Trabajadores de Prensa, en el proceso en que yo dirigía el sindicato de la Capital. Fue asesinado el 27 de junio de 1969 en un acto que convoca la CGT de los Argentinos en Plaza Once como repudio a la visita de Nelson Rockefeller. Es ya un momento caliente de la política argentina. Esto es posterior al Cordobazo pero además dos o tres días antes de la muerte de Vandor. Creo que es un día después de que aparecieron quemados los Minimax (supermercados cuyo dueño era Nelson Rockefeller) en toda la ciudad y la verdad es que todavía no sabemos exactamente por qué lo mataron a Jáuregui. Cómo, sí. Un patrullero policial lo persiguió de una manera casi obsesiva un par de cuadras hasta arrinconarlo contra una pared y le tiraron, pero no sabemos si eso fue porque lo vieron a Jáuregui, que era de distinguirse en las manifestaciones. Era muy peleador. Fue acribillado. Él tenía un arma encima pero no parece que haya siquiera podido sacarla, porque fue corriendo con el patrullero detrás”, describió Jozami.   

“La noche en que lo mataron a Jáuregui, compañero en ese momento de Eduardo Jozami en el gremio de los periodistas, le fuimos a llevar a Rodolfo Walsh el testimonio de uno de los compañeros que había visto el incidente desde una vereda cercana. Recuerdo la severidad de Walsh tomando notas sentado, preguntando al testigo, como si fuera casi un interrogatorio judicial, todos los detalles del caso para poder reconstruir la escena. Quizá, ese podría haber sido otro de los libros de denuncia de Rodolfo”, contó Chumbita.

“Walsh enseguida pensó que esa tenía que ser una gran denuncia. Y todos nos imaginamos que venía el cuarto libro de investigaciones de no ficción de Walsh. Incluso hubo un par de reuniones para tratar de organizar un poco el trabajo. Pero rápidamente Walsh se dio cuenta de que la situación del país ya no era la misma de cuando escribió sus tres libros anteriores (‘Operación Masacre’, ‘¿Quién mató a Rosendo?’ y ‘El Caso Satanowsky’), donde él tuvo problemas, alguna vez estuvo preso también, pero ese tipo de trabajo que requería ir a Coordinación Federal, a los juzgados, a todos lados, investigar, con varias fuentes policiales, en ese momento era muy difícil de hacer. Y estaba metido hasta acá, no sólo en la CGT de los Argentinos sino también de algún modo en el camino que después lo llevaría a las FAP (Fuerzas Armadas Peronistas) y más tarde a Montoneros. La muerte de Jáuregui fue como el anuncio de que se venía algo nuevo en la Argentina pero no para bien”, manifestó Jozami.    

Rememoró Chumbita: “Después lo vi otra vez a Walsh cuando le fui a llevar un artículo, que me lo publicaron, aunque le cambiaron el título. Era un artículo sobre la fundación de la OEA (Organización de los Estados Americanos), y yo recordaba que en ‘La Hora de los Pueblos’ (documento), Perón decía: ‘La OEA es una verdadera porquería’. Yo citaba eso de Perón y le puse como título: ‘OEA, la mal parida’, con toda la bronca que teníamos en ese momento a ese nido de la sumisión al imperialismo yankee. Y escrupulosamente, el titulista del periódico lo cambió y me puso: ‘OEA, la mal nacida’. [risas]. Pero el periódico no ahorraba títulos y epítetos duros, burlones, incluso para los tipos del gobierno, los militares, represores, los sindicalistas traidores, etc.”.





Texto y fotos: Ana Belén Marrello