En el Espacio Político y Cultural ‘Participación
Popular’, del barrio porteño de Boedo, se realizó el tercer encuentro del ciclo
de paneles con debate, en el marco de conmemorarse 50 años de la fundación de la
CGT de los Argentinos.
Un local que olía a café, que vendían dos
compañeras de la organización para sostener el espacio, fue el lugar que cobijó
a los presentes. En esta oportunidad, los disertantes fueron el historiador
Hugo Chumbita, el periodista y escritor Eduardo Jozami y el investigador e
integrante del Archivo Ricardo Carpani, Ignacio Soneira; con la coordinación del
analista internacional y miembro del colectivo Carta Abierta, Lido Iacomini.
Los temas giraron en torno al periódico de la CGTA,
la incidencia en la publicación del escritor y periodista desaparecido Rodolfo
Walsh, la participación del artista Ricardo Carpani, la importancia del rol de
Raimundo Ongaro en el surgimiento de un sindicalismo de liberación y de un
conjunto de abogados, en la defensa de las y los trabajadores, en el marco de la
dictadura del general Juan Carlos Onganía. También, tanto Jozami como Chumbita
hablaron del asesinato del secretario general de la Federación de Trabajadores
de Prensa, Emilio Jáuregui, ocurrido en junio de 1969.
Imágenes de trabajadores aguerridos, con puños y
fusiles en alto delante de paisajes fabriles, fueron proyectadas sobre una
pared por Ignacio Soneira. Se trata de algunas de las emblemáticas ilustraciones
del dibujante, artista plástico y militante político Ricardo Carpani, quien
participó en el semanario de la CGT de los Argentinos y dejó una huella
imborrable en el movimiento obrero y en el arte, con sus murales, afiches y
dibujos.
El Archivo Ricardo Carpani surgió a partir de un
convenio entre la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y Doris Halpin, la
viuda del dibujante, con el objetivo de impulsar la restauración, la conservación,
la puesta en valor y la investigación del archivo personal atesorado en la casa
del artista y militante. Forman parte del colectivo, un equipo
interdisciplinario integrado por historiadores del arte e investigadores,
quienes, además, se encuentran organizando el material para su exposición.
“La CGTA fue sin duda una de las experiencias más
ricas de encuentros entre sectores del campo artístico, intelectual y obrero en
la historia reciente argentina”, definió Soneira. Entre los artistas destacados
que formaron parte lateral o central del emprendimiento que surgió en marzo de
1968 se encontraban los cineastas Octavio Getino, Gerardo Vallejos y Nemesio
Juárez; el escritor Rodolfo Walsh; integrantes de lo que se conoció como la Vanguardia
Plástica de Rosario y Buenos Aires, que impulsaron la experiencia
contrainformativa ‘Tucumán Arde’; y el artista Ricardo Carpani.
Carpani formó parte activa de la central obrera
casi desde sus inicios. “Realizó gráfica, fue delegado personal de Raimundo
Ongaro en el exterior y redactó documentos para la CGTA, como las palabras
iniciales del balance que la CGTA publicó en marzo de 1973”, momento en que se
disolvería la CGTA, si bien su semanario mantendría durante un tiempo un
funcionamiento clandestino.
Soneira compartió con los presentes un fragmento del
texto ‘Palabras iniciales’ que Ongaro le encargó a Carpani para el semanario de
la CGT de los Argentinos. “Es de destacar la constante desmitificación de la
violencia, realizada por la CGT de los Argentinos desde su periódico y en los
hechos, como asimismo de las consignas de unidad y organización. En el primer
caso señalando a la violencia como algo inherente a toda sociedad estratificada
en clases opresoras y clases oprimidas, distinguiendo además de la violencia
represiva del régimen, la violencia de la explotación cotidiana que el sistema
impone a los trabajadores, y contraponiendo a esa violencia reaccionaria la
necesidad de ejercer por parte de éstos todas las formas de violencia
revolucionaria, como único camino capaz de conducir a su liberación”.
“En el segundo caso afirmando que no puede haber
unidad con los enemigos del pueblo ni con los traidores a la clase obrera; que
la única unidad posible y deseable sólo puede darse en la lucha constante y
efectiva contra el sistema; que sólo de esa lucha puede surgir una auténtica
organización revolucionaria de la clase obrera peronista; y que esa
organización no habrá de resultar de la aplicación mecánica, hecha desde
arriba, de modelos abstractos, sino de la experiencia concreta y viva de las
bases, templadas en la diaria pelea”, continúa el documento.
En tanto, el historiador, abogado, periodista y
docente universitario Hugo Chumbita, que fue parte de la fundación e integró el
equipo de abogados de la CGT de los Argentinos, nombró a numerosos compañeros
abogados laboralistas y penalistas que tuvieron incidencia en los años en que
la clase obrera argentina padeció la persecución y el hostigamiento por parte
de la dictadura de Onganía. Se refirió al apoderado de los gráficos y gran
amigo de Raimundo Ongaro, ‘gallego’ Conrado Ortigosa, de quien fue colaborador;
Mario Landaburu, Rodolfo Ortega Peña, Eduardo Luis Duhalde, Roberto Sinigaglia,
Mario Kestelboim, Hipólito Solari Yrigoyen, Ricardo Rojo, Antonio José
Deleroni, Néstor Martins, Miguel Zavala Rodríguez, ‘el sapo’ Rafael Lombardi,
Raúl Aragón, Carlos Giraldez, entre otros. “Cuando los nombro, me siento un
sobreviviente, porque pocos de ellos quedamos en pie”, sostuvo Chumbita.
A su turno, el referente de Derechos Humanos,
militante político, abogado y profesor universitario Eduardo Jozami rememoró el
período previo al surgimiento de la CGT de los Argentinos y enfatizó la
importancia del semanario de la central que contó con las plumas de los
escritores y periodistas Rodolfo Walsh, Rogelio ‘Pajarito’ García Lupo, Horacio
Verbitsky, José María Pasquini Durán, Luis Guagnini, entre otros.
“El periódico cumplió una función política notable
dentro de la acción de la CGT de los Argentinos. Precisamente porque la CGTA
era una central sindical pero era una apuesta política también. Entonces el
periódico tenía que llegar a todos lados porque tenía que llegar el mensaje de
la CGT de los Argentinos”, subrayó Jozami y agregó: “Incluso se discute la idea
de que el periódico tenía que tener corresponsales en las fábricas. No sólo
había que tratar de que les llegara a los compañeros en las fábricas sino que
hubiera uno que se hiciera responsable de la distribución. Eso no salió tan
aceitado como nunca sale pero hubo una muy fuerte vocación porque esa política
que expresaba la CGTA y su periódico llegara al pueblo de una manera lo más
amplia posible, y además tuvo un tiraje realmente importante”.
“El periódico de la CGT de los Argentinos fue una
guía para la militancia, fue un instrumento de lucha. Recuerdo que tenía
páginas centrales que servían como afiches. Venían separadas en el medio para
que fueran utilizadas por los obreros en diversos conflictos, entre ellos, de convocatoria
a la movilización”, recordó Chumbita.
“Por otro lado, el periódico, así como tuvo el
respaldo de Ongaro y el de (Ricardo) De Luca, secretario de prensa, también
tuvo sus objetores. Había algunos dirigentes sindicales a los que no les
gustaba el periódico porque decía otras cosas de las que habitualmente decían
los periódicos sindicales. Era un periódico que hablaba de política de la
primera a la última página, era un periódico que decía que había que subvertir,
aunque no usara esa palabra, toda una tradición sindical, y era un periódico
muy abierto en temas que tampoco en el sindicalismo más vandorista a veces se
reflejaran tanto, como la cuestión latinoamericana, internacional, la relación
con todos los sectores de la cultura, intelectuales”, señaló Jozami y añadió: “Entonces
el periódico fue un instrumento privilegiado para hacer que la CGTA se
convirtiera en el eje de la oposición a la dictadura. Porque era más fácil
acercarse al periódico que a cualquier otro lado. Y el periódico era más
convocante que cualquier otro espacio de la CGT. No sólo el periódico, los
discursos de Ongaro, la militancia de tantos centenares de compañeros por todas
partes, las tareas de las regionales del interior. De alguna manera el
periódico se inserta en todo esto”.
Rodolfo Walsh fue director del periódico pero también,
integrante de la agrupación de base de prensa de la CGT de los Argentinos. “Éramos
muy pocos compañeros que nos reuníamos todas las semanas y discutíamos mucho.
La agrupación se formó después del Cordobazo y las primeras reuniones fueron
bastante más numerosas. Pero después de la clausura de la CGT, el funcionamiento
medio clandestino se fue debilitando”, detalló Jozami.
“Walsh, que al fin y al cabo era el director del
periódico, y además era un gran escritor, podía haberse eximido de venir a
hablarnos todas las semanas para discutir con nosotros qué era lo que
pensábamos. Celebro que no lo haya hecho porque para mí fue una experiencia muy
importante. Muestra una humildad de la cual Walsh dio pruebas después a lo
largo de su militancia”, agregó Jozami quien detalló que la experiencia del semanario
de la CGTA fue muy rica. “Fue hecha en una coyuntura política muy especial y
coincidió con lo que para Walsh fue su primera experiencia política como
militante. Y además porque es ésta experiencia la que lo lleva a cuestionarse
mucho su rol como escritor en ese momento. Él era muy exigente con las cosas
que escribía y al mismo tiempo también políticamente se cuestionaba el rol que estaba
cumpliendo como escritor. La CGT de los Argentinos tiene que ver mucho con lo
que él escribió y no escribió después”.
La
muerte de Emilio Jáuregui
“Emilio Jáuregui había sido secretario general de
la Federación de Trabajadores de Prensa, en el proceso en que yo dirigía el
sindicato de la Capital. Fue asesinado el 27 de junio de 1969 en un acto que
convoca la CGT de los Argentinos en Plaza Once como repudio a la visita de
Nelson Rockefeller. Es ya un momento caliente de la política argentina. Esto es
posterior al Cordobazo pero además dos o tres días antes de la muerte de
Vandor. Creo que es un día después de que aparecieron quemados los Minimax
(supermercados cuyo dueño era Nelson Rockefeller) en toda la ciudad y la verdad
es que todavía no sabemos exactamente por qué lo mataron a Jáuregui. Cómo, sí. Un
patrullero policial lo persiguió de una manera casi obsesiva un par de cuadras
hasta arrinconarlo contra una pared y le tiraron, pero no sabemos si eso fue
porque lo vieron a Jáuregui, que era de distinguirse en las manifestaciones. Era
muy peleador. Fue acribillado. Él tenía un arma encima pero no parece que haya
siquiera podido sacarla, porque fue corriendo con el patrullero detrás”,
describió Jozami.
“La noche en que lo mataron a Jáuregui, compañero
en ese momento de Eduardo Jozami en el gremio de los periodistas, le fuimos a
llevar a Rodolfo Walsh el testimonio de uno de los compañeros que había visto
el incidente desde una vereda cercana. Recuerdo la severidad de Walsh tomando
notas sentado, preguntando al testigo, como si fuera casi un interrogatorio
judicial, todos los detalles del caso para poder reconstruir la escena. Quizá,
ese podría haber sido otro de los libros de denuncia de Rodolfo”, contó
Chumbita.
“Walsh enseguida pensó que esa tenía que ser una
gran denuncia. Y todos nos imaginamos que venía el cuarto libro de
investigaciones de no ficción de Walsh. Incluso hubo un par de reuniones para
tratar de organizar un poco el trabajo. Pero rápidamente Walsh se dio cuenta de
que la situación del país ya no era la misma de cuando escribió sus tres libros
anteriores (‘Operación Masacre’, ‘¿Quién mató a Rosendo?’ y ‘El Caso Satanowsky’),
donde él tuvo problemas, alguna vez estuvo preso también, pero ese tipo de
trabajo que requería ir a Coordinación Federal, a los juzgados, a todos lados,
investigar, con varias fuentes policiales, en ese momento era muy difícil de
hacer. Y estaba metido hasta acá, no sólo en la CGT de los Argentinos sino
también de algún modo en el camino que después lo llevaría a las FAP (Fuerzas
Armadas Peronistas) y más tarde a Montoneros. La muerte de Jáuregui fue como el
anuncio de que se venía algo nuevo en la Argentina pero no para bien”, manifestó
Jozami.
Rememoró Chumbita: “Después lo vi otra vez a Walsh
cuando le fui a llevar un artículo, que me lo publicaron, aunque le cambiaron
el título. Era un artículo sobre la fundación de la OEA (Organización de los
Estados Americanos), y yo recordaba que en ‘La Hora de los Pueblos’ (documento),
Perón decía: ‘La OEA es una verdadera porquería’. Yo citaba eso de Perón y le
puse como título: ‘OEA, la mal parida’, con toda la bronca que teníamos en ese
momento a ese nido de la sumisión al imperialismo yankee. Y escrupulosamente,
el titulista del periódico lo cambió y me puso: ‘OEA, la mal nacida’. [risas].
Pero el periódico no ahorraba títulos y epítetos duros, burlones, incluso para
los tipos del gobierno, los militares, represores, los sindicalistas traidores,
etc.”.
Texto y fotos: Ana Belén Marrello